domingo, 26 de junio de 2011

Cristina y una apuesta a más

               
Por Eduardo Blaustein / Miradas al Sur

La elección de nombres propios hecha por la Presidenta refleja su idea de hacer de “puente entre generaciones” y de renovar incluso el mapa mismo del kirchnerismo.


Fue tal como viene sucediendo desde hace por lo menos un año: contra la centrifugación y dispersión de las fuerzas opositoras, Cristina Fernández impuso la centralidad de su figura en la galaxia del kirchnerismo, no sólo decidiendo quién será su compañero de fórmula sino también el del gobernador Daniel Scioli que, en buenos términos, defendió su espacio hasta donde pudo. De la ancha lista de vicepresidenciables a su disposición, la Presidenta apostó. Y anunció de excelente humor, haciendo un chiste detrás de otro, a Amado Boudou.
Antes de tirar el nombre, y como quien sabe y gusta de crear suspenso, Cristina dijo que tras la experiencia Cobos la figura del vicepresidente adquirió “una dimensión y un volumen” distinto; que se necesita el atributo de un tipo de “lealtad” no hacia la persona sino “hacia la presidencia”, lealtad entendida como “identificación con el proyecto”, con lo institucional. Lealtad intepretable también como “valentía”. El nombre de Boudou fue asomando cuando Cristina rescató grandes momentos de la gestión kirchnerista: la reestructuración de la deuda, la reestatización de las Afjp. Y cuando finalmente anunció que “el hombre que me va a acompañar es el ministro de Economía”, hubo una suerte de Momento Oscar, con caras de sorpresa, otras enrojecidas (comenzando por la de Boudou), abrazos, emociones.
La Presidenta fue particularmente eficaz en su discurso cuando comparó la posibilidad de que un ministro de Economía figure en una fórmula contra el recuerdo de aquellos superministros “que anunciaban planes de ajuste por cadena nacional”. También destacó como positivo el hecho de que un conocedor del “modelo” y de la economía presida el Senado.

Más allá de Boudou. Amén de la designación del vice, Cristina encaminó el armado de fórmulas y listas de acuerdo a lo que ella misma se propuso en su anterior discurso, convertirse en un “puente de generaciones”. ¿Quiénes representan aún con matices esa idea? Cada nombre es una historia, pero puede incluirse a los dos vices: Boudou y Mariotto. También a quienes pueblan las listas de Capital y Provincia: Facundo Moyano, Juan Cabandié, Andrés Larroque, Wado de Pedro, y otros referentes de La Cámpora. De otros nombres elegidos, en algunos casos no importa la edad sino la cuota de novedad y revitalización que aportaron al nuevo tiempo cristinista abierto tras la crisis por la 125. Sobresalen en una lista posible Julián Domínguez, de nuevo Boudou o el mismo Mariotto, aún cuando ninguno resulta determinante a la hora de aportar más votos a la fórmula. El nombre de Roberto Felletti, ligado hace muchos años a un instituto de investigaciones de la CTA y luego funcionario del gobierno de Aníbal Ibarra, fue una sorpresa importante y refuerza (dada la salida futura de Boudou) la pregunta acerca de cómo se construirá el próximo ministerio de Economía.

Pum para arriba. Figura siempre sonriente de rápido ascenso en los últimos dos años, al elegido por la Presidenta se le atribuye un papel importante en la implementación de la Asignación Universal por Hijo, mientras que siguió muy de cerca –desde su puesto al frente de la Anses– la reestatización de los fondos de jubilación. Como ministro de Economía (asumió el 8 de julio de 2009), Amado Boudou fue quien cerró exitosamente la segunda fase del canje de la deuda externa y encaró una negociación aún más dura con el Club de París, todavía abierta. Defendió con vehemencia el pago de deuda con reservas tras el fugaz escandalo que intentó generar Martín Redrado antes de salir del Banco Central.
Nacido en Mar del Plata en 1963 y licenciado en la universidad de esa ciudad, Boudou obtuvo una maestría en el Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (CEMA) y fue simpatizante de la Ucedé. Pasó por cargos menores en el Partido de la Costa y otras localidades vecinas; por sucesivos puestos en la Anses, desde cuya titularidad pasó a suceder al ex ministro Carlos Fernández. Sus logros de gestión, más la cercanía con la Presidenta le permitieron presentarse como precandidato a jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, pero no para que Cristina se decidiera por él en esa apuesta.
El progresivo paso a un mínimo piso de celebridad del hoy ministro se fue dando a medida que se discutió, implementó y luego defendió el uso de los fondos de las AFJP. Así por ejemplo, en mayo de 2009, Boudou sostenía vehemente en el Congreso que las administradoras privadas “provocaron un mayor endeudamiento” del país y que nunca cumplieron con las inversiones previstas, a pesar de los fondos que recibieron del Estado. También sostuvo aquel día que “las Afjp no pudieron, no quisieron o no supieron invertir en la economía real, y proyectos había. Les resultó más cómodo hacer inversiones financieras”.

En Olivos. “Peronismo, cultura y derechos humanos”, definió uno de los presentes en Olivos, analizando en una ojeada la composición de los asistentes, algo más de 200 invitados. Además de funcionarios, legisladores, gobernadores, se destacó la presencia en primera fila de los jóvenes de La Cámpora junto a Madres, Abuelas y otros referentes de los organismos de derechos humanos. Y pese a la amplificación mediática de los ruidos registrados por la incorporación de gremialistas a las listas, no faltaron figuras como Hugo Moyano, Julio Piumatto y Omar Viviani.
Scioli-Mariotto. Para esa hora previa a la aparición de Cristina ya circulaba por las señales noticiosas de la tele la foto del gobernador Scioli (sonriendo) con su flamante compañero de fórmula. El nombre de Gabriel Mariotto es parte importante del imaginario del ciclo cristinista. Se lo conoce largamente como director de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual e impulsor de la ley de Servicios de Comunicación. Pero habrá que recordar que su militancia en ese terreno viene de muy lejos, de los '80, cuando era el típico egresado que apostaba a lo que entonces se llamaban radios alternativas o “truchas” (de hecho armó una en el fondo de su casa). Fue también docente, periodista, cineasta, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de Lomas de Zamora. Más de una vez, en tiempos recientes homenajeó a los docentes que lo formaron, incluidos progres no peronistas. El componente peronista de Mariotto tiene que ver con el ímpetu con que construye y ejecuta políticas, y con su cercanía al duhaldismo en tiempos lejanos de Lomas de Zamora.
Renovación y ruidos. ¿Que del armado final quedan ruidos? Seguro, y es que en la conformación de las listas hay una regla inexorable: la oferta de postulantes supera prodigiosamente a la demanda o la posibilidad matemática de las inclusiones. Nunca hay cierres con final feliz universal mucho menos cuando se trata de dar espacio a la diversidad de corrientes, orígenes, generaciones y figuras que tienen o creen tener peso propio. En la lista a legisladores bonaerenses, por ejemplo, hubo un primer acuerdo que dio al sabbatellismo tres lugares expectantes. Pero antes había que responder a la necesidad de darle espacios al sciolismo, al kirchnerismo llamado puro y a sus jóvenes, a los candidatos de origen gremial, cuya participación final fue menor a la que esperaban.

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